Breve reflexión:
La gracia de la célebre frase se basa en esa forzada indiferencia del british gentlelman de es época.
La idiosincrasia le imponía a la criatura noble mostrar cierto desden ante el asombro, la alegría, el terror o la situación que fuese, un caballero debía siempre mantener una postura correcta e indiferente, ante la muerte misma de ser necesario.
Henry Stanley había sufrido las mil y una peripecias explorando África en la búsqueda el Dr. Livingstone.
Había estado al borde de la muerte muchas veces, sufrido enfermedad, hambre y el acecho de los nativos y las bestias salvajes.
Estaba a punto de abandonar la búsqueda cuando encontró a Livingstone, entonces ante él, luego de tantas peripecias se presenta con esa pregunta y una actitud indiferente, como si ambos se hubiesen encontrado al caminar por el sendero de un parque urbano o en la recepción de un evento.
Cuando pienso en la escena que generó esa anécdota no dejo de sentir que quizás hoy día, con tanto asombro fácil, donde tenemos excesos de emoticones, y a la ligera nos expresamos profundamente, sobre sentimientos que a los
3 comentarios:
Siga dando cátedra Lobo.
IDOLO! Genial, master de los masters!
livingstone, además, debería ser el único blanco en la vuelta, lo cuál asentúa la flema en la pregunta...
Publicar un comentario