jueves, 30 de julio de 2009

El más grande de todos

Para Rodríguez era mucho más que un juego.
El quería ser el mejor, el más rápido, el invencible...

Para eso se dedico con alma y pasión a la búsqueda de la excelencia.
Para ser el mejor debía anticiparse y tener la rapidez
del más rápido de
los predigitadores, para eso aprendió
a leer los nudillos del rival, a respirar profundo
y mover sus dedos a la velocidad de la luz…


Con las décadas logró perfeccionarse al punto que adivinaba la opción del rival. Y si su anticipación no era suficiente, aún así podía hacer un movimiento imperceptible que le aseguraría siempre la victoria sin levantar sospechas en el rival.

Estaba listo para ser el mejor del mundo.


Sin embargo ahora que está listo, ahora que puede vencerlos a todos.
Ahora que se siente listo para cualquier reto en este campo... Ahora...
No encuentra nadie en el mundo que quiera batirse con él. 
En un duelo de
“Piedra, Papel o Tijera"

lunes, 6 de julio de 2009

La última carga de la Brigada Ligera



Durante la guerra de Crimea tuvo lugar la batalla de Balaklava , los bandos enfrentados eran las tropas del Zar Alejandro por un lado e ingleses, franceses y turcos por otro.
En Balaklava tuvo lugar un episodio que aún hoy día es materia de estudio para historiadores y estadistas militares: La carga de la brigada ligera.
Lo que sucedió es más o menos así: imagina un valle rodeado por colinas hacia ambos lados y al final del valle (como un callejón sin salida), ahora en esas colinas, apuntando hacia el centro del valle sitúas unos fieros reductos con cañones y tiradores rusos. Y al final del valle: una gran, pero gran, digamos una enorme formación militar rusa, con varios regimientos y mucha artillería.

Bueno ahora por un momento piensa en 600 jinetes con sables en la mano, cargando a todo galope contra el centro del valle.
¿Una locura sin sentido? Si básicamente. ¿Eran consientes de la situación? ¿Tenían otra alternativa?

Ahí entra la gracia; si eran concientes que cargar por el valle era un acto suicida y si tenían otras alternativas, el problema es que mal interpretaron una orden...y creyeron que se les había ordenado cargar contra los reductos al final del valle.

El devenir de la batalla para los ingleses no requería ese sacrificio en lo absoluto, y la orden había sido atacar los reductos más próximos de una de las colinas laterales, mortalmente peligroso, pero no suicida ni inútil como fue su carga.
Ahora viajen a ese campo de batalla del siglo XIX y visualiza la brigada ligera a todo galope, entre explosiones y miles balas cruzadas, mientras los hombres caen; como mosquitos gritando ¡¡tora tora!! Contra el parabrisas de un Copsa.
El hecho aquí, nuevamente no es la brutal estupidez de la guerra, lo que se debe destacar- Si no es la manera con la cual la criatura noble expresa su valor.; para estos hombres había algo superior a la verticalidad militar de la orden que de buenas a primeras le parecía la cosa más estúpida que habían escuchado.
La moral de la época les imponía no mostrar el mínimo pavor ante la visión de la muerte inminente. Y esto no era una cuestión patoteril, 600 o 3 tipos eran lo mismo ante ese encargo y si hubiese sido uno solo jinete igual habría cargado, ya que el valor y el honor de un hombre eran la misma cosa y no había vida sin conservar la dignidad que ambos brindaban.

Hay mil maneras de demostrar que uno lo tiene bien puestos, la carga de la Brigada Ligera no fue la más inteligente ni mucho menos, pero era al igual que la frase de Stanley al Dr.Livingstone la manera natural con la cual el hombre de esa época enfrentaba sus miedos.

La brigada fue aniquilada, sólo unos pocos afortunados sobrevivieron a la carga.
El comandante ruso impresionado fue hasta uno de los caídos y al cerciorarse que el jinete no estaba borracho simplemente quedo desencajado.
La fama de la caballería inglesa quedó estampada luego de esa carga, por suerte la caballería tenia los días contados, la guerra moderna la haría inútil, varias décadas mas adelante la última carga estúpidamente heroica de una Brigada Ligera sería la suicida arremetida de la caballería polaca contra los tanques Panzer Alemanes.
El general Frances Pierre Joseph François Bosquet comento al ver la carga de la Brigada Ligera «Es magnífico, pero eso no es la guerra». (Todo un hombre de su época).

A que viene todo esto?. ...No se exactamente pero recordé que hace unos años atrás Soledad Silvera daba entrada a la Casa de Gran Hermano, con la frase "¡Adelante mis valientes!" basada en la explicación que se requería de mucho valor para encerrarse en esa casa y ser grabado las 24hrs del día en todo momento.

Más cercano a estos días, en auto de procesamiento de los hinchas de Peñarol, asesinos del joven hincha de Aguada, se podía leer el concepto de no acobardarse y defender los colores del club (por ejemplo disparando al bulto a un grupo de adolescentes desde una camioneta en marcha).

Y luego el otro día en la radio Pedro Bordaberry agradecía "la valentía" de los votantes que había ido acompañar al partido colorado en las internas... Es posible que con mi mentalidad y basado en mis experiencias de vida, tele transportado al campo de batalla de Balaklava hubiese sido el más cobarde de todos (comenzando con el hecho que me dan miedo los caballos). Sin embargo no puedo dejar de pensar que en algún momento de esta modernidad se nos perdió el verdadero significado del sentido del valor, o su importancia para definir la esencia de la criatura noble, es más ya nadie quiere ser tal criatura, la nobleza parece más el atributo de un vino importando que de un ser humano.

Has sido muy valiente al leer este post.

viernes, 3 de julio de 2009

Si Stanley hubiese llegado tarde

Breve reflexión:

La gracia de la célebre frase se basa en esa forzada indiferencia del british gentlelman de es época.

La idiosincrasia le imponía a la criatura noble mostrar cierto desden ante el asombro, la alegría, el terror o la situación que fuese, un caballero debía siempre mantener una postura correcta e indiferente, ante la muerte misma de ser necesario.
Henry Stanley había sufrido las mil y una peripecias explorando África en la búsqueda el Dr. Livingstone.
Había estado al borde de la muerte muchas veces, sufrido enfermedad, hambre y el acecho de los nativos y las bestias salvajes.

Estaba a punto de abandonar la búsqueda cuando encontró a Livingstone, entonces ante él, luego de tantas peripecias se presenta con esa pregunta y una actitud indiferente, como si ambos se hubiesen encontrado al caminar por el sendero de un parque urbano o en la recepción de un evento.

Cuando pienso en la escena que generó esa anécdota no dejo de sentir que quizás hoy día, con tanto asombro fácil, donde tenemos excesos de emoticones, y a la ligera nos expresamos profundamente, sobre sentimientos que a los 5’ segundos no significan nada, hoy día quizás de vez en cuando sería bueno recurrir a ese estoicismo victoriano y bajando el volumen, desacelerando la conversación, mostrar una leve indiferencia ante la mundanes desnuda que nos ataca con oleadas noticias y miedos de ocasión.